viernes, 24 de noviembre de 2017

Características del arte contemporáneo

  1. Una de las características de la práctica artística contemporánea es la disolución conceptual de las prácticas tradicionales. La tecnología informática ha permitido crear nuevos espacios de representación en aquellos que permanecían definidos doscientos años. Este es el caso de la fotografía, convertida en un referente pictórico. La posibilidad de operar in situ sobre el sistema binario, de expandir su campo de acción como si se tratara de una pintura, posibilita una hibridación con las formas de concepción de imágenes tradicionales. El espacio de la fotografía desaparece definitivamente: el fotógrafo se convierte en pintor, al superar el tiempo instantáneo de la toma, para trabajar como si de un lienzo se tratase. Por ello el viejo concepto de instantaneidad que nació tras horas de paciente exposición, la capacidad científica de la realidad (Delacroix), es aniquilada en el inicio de una práxis que nada tiene que ver con la tradición mecánica de las imágenes heredada del XIX: abre un nuevo espacio, un universo en la conciencia definitiva de la muerte de la fotografía, la de su campo expandido o, como ha definido la crítica, la postfotografía
  2. La informática ha sacudido definitivamente los estamentos del arte. Si los ochenta atestiguaron el retorno a la pintura como estertor de la crítica operada por la neutralidad minimalista y conceptual, nuestra época es de la experimentación informática y el modus opernadi decimonónico. La imagen se puede modificar desde dentro, metamorfoseando su cronología: ya no se captan los instantes, se construyen las imágenes conscientemente (una mirada científica de la ¿realidad?, similar la de los neoimpresionistas y los cubistas), en a que cualquiera posibilidad de azar viene determinada por la capacidad crítica del artista de insertarla en la ficción de la misma.
  3. La ausencia de un referente obliga a interrogarse sobre las imágenes La necesidad de la ironía es una de las líneas arguméntales del trabajo de José Antonio. Con sus series de playmobil establece una mirada cómplice a la tradición del barroco, desligada de cualquier contenido trascendente para operar en el guiño a la tradición pero con una necesidad narrativa contemporánea. Sus bodegones, rompen epistemológicamente con la narración tradicional creando nuevas naturalezas muertas, en las que cuchillos y navajas gigantescos cortan y se convierten en protagonistas complementarios de la imagen. Esa necesidad de

ironía, determinada por la ilegibilidad del mundo, se complementa con el compromiso con la historia de las imágenes su periodo de histeria colectiva. La democratización de la tecnología convierte su veracidad, su demostración palpable como prueba de realidad, en una ficción que se rompe en mil pedazos.
4. A priori es bastante complicado crear unas imágenes coherentes de modernidad de un objeto que ha evolucionado tan poco como la navaja. Uno de los logros de estas imágenes es conferirles ese carácter netamente actual sin romper su equilibrio intrínseco. Construidas mediante efectos digitales, muestran la capacidad del creador de sacar partido a la tecnología sin caer en el efectismo retórico. La navaja se convierte en un objeto metamorfoseado, en un halo, que nos remite literalmente a las primeras páginas de la descomposición del movimiento fotográfico de Marie y Mudbridge, captando la dimensión fantasmagórica de la realidad, una realidad que, como apuntaba Cezanne, en que todo estaba desapareciendo y que marcaría definitivamente la transición definitiva del arte del siglo XX en su confrontación con la tecnológica. En la actualidad, donde el imperio mediático se ha impuesto definitivamente, es necesario interrogarse por el uso de las imágenes y su capacidad textual. Su uso por parte de los artistas debe restringirse a aquellos que sepan usarlas desde un contenido humanista, que plantee una dialogo con la tradición decimonónica, pero que sean operativas en el diálogo con la contemporaneidad. Estas obras son una buena muestra de ello. 

Tomado de: https://previa.uclm.es/profesorado/juanmancebo/descarga/textos/fotografiaopost.pdf

Veinte tendencias en el arte contemporáneo



Veinte tendencias en el arte contemporáneo

Por: Ximena Eleta de Sierra

¿Cuáles son las 20 tendencias en el mundo del arte contemporáneo? Ante el reto de abordar un tema tan amplio para conmemorar una importante fecha para la revista En Exclusiva, decidí limitar el ámbito de la discusión a cuatro manifestaciones artísticas –la música, las artes plásticas, la danza y el cine– e incluir los comentarios de ocho panameños que están íntimamente ligados a las artes.
Conversé con Andrés Carrizo (compositor de música clásica contemporánea, profesor en la Universidad de Chicago y director del Festival MusicArte); Billy Herron (músico y productor musical, Transistmico Project); Johann Wolfschoon (arquitecto y codueño de Diablo Rosso); Mónica Kupfer (doctora en Historia del Arte, editora de varias publicaciones de arte latinoamericano y directora fundadora de la Bienal de Arte de Panamá); Analida Galindo (bailarina, codirectora de PRISMA-Festival Internacional de Danza Contemporánea de Panamá, directora de la Academia de Danzas STEPS y codueña de Diablo Rosso); Milvia Martínez (bailarina y coreógrafa); Ana Endara Mislov (cineasta) y Pituka Ortega Heilbron (cineasta y directora del International Film Festival IFF de Panamá).
Pero antes de hablar de tendencias en el arte contemporáneo, es imperioso definir a qué nos referimos con ambos términos. Una tendencia es, según el DRAE1, una “idea… que se orienta en determinada dirección” o, como lo define otro, “que se inclina o cambia hacia una nueva dirección” 2. Para efectos de este artículo, me refiero al tipo de prácticas o conceptos que en años recientes se manifiestan más a menudo que en el pasado, que varios artistas han adoptado y/o adaptado, o que de alguna manera han impactado su obra.
Es igualmente necesario definir a qué nos referimos por arte contemporáneo. Aunque existen varias posibles definiciones, la mayoría de los museos más visitados definen como “contemporáneas” sus colecciones de obras desde la Segunda Guerra Mundial. Para efectos de este artículo, sin embargo, he preferido tomar una definición más conceptual que cronológica. Existen algunas características comunes a las manifestaciones artísticas a las que me refiero como contemporáneas en este artículo y detallo algunas a continuación.
Para empezar, el arte contemporáneo reta la definición de lo que constituye una obra. “El acto artístico ya no reside en la fabricación del objeto u obra sino en su concepto, en el texto que lo acompaña, las reacciones que suscita… La obra puede ser efímera, evolutiva, biodegradable, blasfematoria, indecente…”3.
Además, el artista es llamado a cuestionar o provocar al público. Para lograr su objetivo, está motivado a innovar y utilizar todas las herramientas a su haber en términos de nuevas tecnologías, materiales novedosos y demás: “(La obra de algunos representantes del arte contemporáneo) es testigo del acercamiento necesario del mundo de la creación y el de la investigación porque esa misma obra resulta de la colaboración entre el artista y …los laboratorios”4.
Por último, el carácter inclusivo del arte contemporáneo ha traído como resultado que los bordes o límites entre las diferentes manifestaciones artísticas sean progresivamente borrosos. Hoy en día, “la distorsión de las variaciones en el arte a menudo llevan a la creación de obras híbridas. Estas piezas oscurecen o nublan las distinciones tradicionales entre la pintura, la escultura, el cine, el ‘performance’, la arquitectura y la danza”5.
A pesar de estos límites cada vez más difusos, fue necesario reducir el ámbito de nuestra discusión a cuatro campos de actividad artística. He aquí 20 tendencias identificadas por reconocidos “actores” –artistas, creadores, críticos o gestores– presentadas a razón de cinco por área.

Música

  1. En todos los ámbitos musicales, un movimiento hacia la producción y venta “individual” de grabaciones por los mismos músicos –a menudo a través del internet– suplantando así el modelo anterior a través de las grandes casas disqueras, como Sony o Warner. Igualmente, para compositores y arreglistas, hay una tendencia de pasar de las grandes casas editoriales a las microeditoriales, en las cuales cada quien edita, publica y promociona su propia música. [Andrés Carrizo]
  1. En el campo de la música clásica, un cambio del modelo anterior –en el cual los músicos y compositores clásicos aspiraban a trabajar con grandes orquestas e instituciones gubernamentales– que ha dado paso a la proliferación de pequeños “ensambles” de cámara y festivales especializados. [Andrés Carrizo]
  1. Un desplazamiento de la especialización técnica (por ejemplo, tocar un instrumento en particular, especializarse en la edición de sonido, etc.) hacia la adquisición de una variedad de habilidades necesarias para la independencia artística (saber componer, tocar, producir eventos, dirigir, grabar, editar, conocer las técnicas de la música electrónica, etc.). [Andrés Carrizo]
  1. Con mucha más frecuencia se están dando fusiones muy interesantes, donde se incorporan, por ejemplo, influencias de la música electrónica, del jazz y colores folclóricos de distintas regiones del mundo en composiciones y arreglos musicales. Una clara muestra nos la dieron Rubén Blades y Danilo Pérez (en “Motherland”) donde fusionaron conceptos sonoros de Panamá y el mundo, de una manera sumamente musical, lírica y elegante. [Billy Herron]
  1. La experimentación con propuestas multisensoriales, donde los visuales, pantallas, danza y teatro en el escenario obtienen casi igual relevancia que la música y les permite a los artistas presentar un espectáculo integral. Pioneros en esto fueron Peter Gabriel, Gorillaz y U2. Por poner un ejemplo, en Panamá el proyecto de fusión Transístmico junto a Osvaldo Ayala incorpora un elemento audiovisual importante. [Billy Herron]

Artes Plásticas

  1. Un incremento notorio en el interés generado por artistas jóvenes. Lo más interesante que está ocurriendo en estos momentos en el mundo del arte viene de artistas jóvenes en los mercados emergentes. Ellos están marcando nuevos caminos; los museos y las colecciones más importantes del mundo están enfocados en ellos.  [Johann Wolfschoon]
  1. La salida de la “performance” y el videoarte de los museos, y su entrada en las casas de los coleccionistas más influyentes. Artistas como Regina Galindo, Oscar Muñoz y Donna Conlon/Jonathan Harker, se han convertido en los más deseados de nuestra región. [Johann Wolfschoon]
  1. La nueva fuerza que ha tomado la pintura –luego de tantas “muertes” de lo pictórico decretadas desde el siglo XIX hasta la actualidad– de la mano de artistas como Federico Herrero, José Lerma, Eduardo Saraiba y Fabrizio Arrieta, en nuestra región. [Johann Wolfschoon]
  1. El uso creciente de nuevas tecnologías como programas de computadora, técnicas de láser y experimentos con realidad virtual; la incorporación de la fotografía y videoarte; y el uso de materiales no tradicionales como plásticos, resinas y vidrio. Por ejemplo, Gustavo Araujo fue el primer artista panameño en combinar la fotografía con los medios publicitarios; Isabel de Obaldía produce esculturas hechas de vidrio, incluso en grandes formatos, innovando en el arte de vidrio; Alicia Viteri emplea un programa que le permite dibujar y pintar con la computadora para crear obra sobre papel. [Mónica Kupfer]
  1. Se están borrando los límites entre un tipo de arte y los artistas no necesariamente se dedican a un solo medio. A menudo se combinan diversos medios. Por ejemplo, las piezas tridimensionales de Lezlie Milson incorporan madera, soga, pintura, vidrio, objetos encontrados y ensamblaje, dándole una nueva interpretación al concepto de escultura. Brooke Alfaro, por otro lado, es conocido tanto como pintor como creador de videos y ha sido premiado por sus obras en ambos medios. [Mónica Kupfer]

Danza

  1. El uso de textos y monólogos o conversaciones dentro de una pieza de danza, algo que hasta hace unos años no ocurría. [Analida Galindo]
  1. El uso de la tecnología como parte integral de una pieza. Manteniéndose al día con las innovaciones tecnológicas, los coreógrafos incluyen cada vez más aspectos de estas en sus coreografías. Un ejemplo es la compañía australiana Chunky Move. [Analida Galindo]
  1. La creación colectiva. La colaboración entre los miembros de una compañía y el aporte individual de cada uno de ellos –vs la figura de un coreógrafo absoluto– para potenciar el proceso creativo es, sin duda, uno de los recursos más valiosos de la danza contemporánea. [Analida Galindo]
  1. 1 La improvisación como fin en sí misma, como camino y destino de la obra final, que es una obra en proceso, así como somos seres humanos en proceso. [Milvia Martínez]
  1. El regreso a las raíces y a lo esencial  se traduce en lenguajes sin tantos adornos y arandelas, resultando en obras  que no siempre nos “entretienen” sino más bien nos cuestionan y nos proponen sentir. [Milvia Martínez]

Cine

  1. El “hazlo tú mismo”, desde la recaudación de fondos para producir los proyectos –por ejemplo, a través de plataformas de “crowdfunding”– hasta la autodistribución a través de pantallas y canales alternativos. [Ana Endara]
  1. La creación de películas que empujan y cuestionan los límites que supuestamente separan la ficción y el documental. [Ana Endara]
  1. La ejecución de proyectos de “transmedia”, que cuentan una historia a través de distintos formatos y tecnologías. [Ana Endara]
  1. El regreso a los valores tradicionales del cine –el guión, la actuación y el tema– y la exclusión del uso de elaborados efectos especiales o tecnología, lo cual le devolvió poder a los artistas vis-à-vis los estudios. Por ejemplo, el género Dogme de Lars von Trier y muchos otros directores, sobre todo europeos. [Pituka Ortega]
  1. El nacimiento del cine independiente, también en reacción a los grandes estudios y la comercialización del cine, sobre todo en los Estados Unidos. Por ejemplo, el Sundance Film Festival. [Pituka Ortega]
  1. Diccionario de la Real Academia Española, 22.ª edición, 2001
  2. Merriam-Webster Dictionary, 2014
  3. Nathalie Heinich, “¿Pero qué buscan los artistas contemporáneos?, Le Nouvel Observateur”, 27 de marzo, 2014
  4. Dominique Moulon, “Trends in Art Today”, newmediaart.eu, julio, 2010
  5. Liz Goldner, “Contemporary Art Trends”, contemporaryartdialogue.com, mayo, 2014
Fotos: 
© Latinstock México / Corbis
Cortesía de Lezlie Milson
Cortesía de Mansa Productora

Tomado de: https://www.enexclusiva.com/07/2014/cultura-y-gastronomia/veinte-tendencias-en-el-arte-contemporaneo/

El arte de definir qué es arte (contemporáneo)

El arte de definir qué es arte (contemporáneo)

Por: Florencia Magaril
Cuando hablamos de “lo contemporáneo” hacemos referencia a lo que ocurre en nuestra época, lo que coexiste, lo actual, lo nuevo, lo de hoy. Sin embargo, una vez establecido en la reflexión sobre el arte, lo contemporáneo se vuelve una categoría que va incrementando su capacidad descriptiva y el conjunto de manifestaciones que comprende. Lo contemporáneo como un espacio maleable donde la reflexión actualiza sus herramientas y ensaya construcciones conceptuales que dan cuenta de la incesante experimentación que el campo del arte potencia.
Una primera acepción del arte contemporáneo es aquella que lo ubica como un fenómeno que comienza a mediados del siglo XIX.
En su libro Arte Actual. Diccionario de términos y tendencias (1985), el crítico Leonel Estrada lo define del siguiente modo: “Movimiento que a partir de mediados del siglo XIX aparece como una revolución artística que se inicia y trata de apartarse progresivamente del arte tradicional de Occidente. Genéricamente, el Arte Contemporáneo es una discordancia que no se ciñe a problemas formales, técnicos o estéticos sino que es algo que afecta su uso social, creando perplejidad en la gente. Ya no es la belleza el canon de medida; ni es la perspectiva, ni la proporción, tampoco son ya la armonía y la simetría lo que este arte ilustra. De ahí que el espectador pregunte, frecuentemente en este arte contemporáneo, ¿Qué es lo que esto significa?“.
En este sentido, el arte contemporáneo se caracteriza por tener múltiples interpretaciones, “opened-ended” que implica que la comprensión del arte no siempre ocurre y los públicos muchas veces se confunden o desilusionan. Esperan una definición única y verdadera sobre qué es el arte y la frustración aparece cuando se confrontan con los múltiples modos de conceptualizarlo. La búsqueda por la comprensión del sentido inscripto en las obras se vuelve al mismo tiempo meta y obstáculo en la relación que establece el arte contemporáneo con sus públicos.
Lo contemporáneo en el arte también ha sido asociado al surgimiento de las vanguardias históricas. Peter Bürger plantea que la meta de las vanguardias históricas (futurismo, dadaísmo, surrealismo, cubismo, expresionismo) fue la reconciliación del arte con la praxis de la vida. En su intento por eliminar el vacío entre arte y vida la vanguardia debía destruir la institución arte y transformar su aislamiento en una fuerza productiva para el cambio social. A través de las vanguardias, según Bürger, el subsistema artístico alcanza un estadio de autocrítica, tanto contra el aparato de distribución artístico, como contra el status del arte en la sociedad moderna.
En tercer lugar aparece la posición generalizada que atribuye lo específicamente contemporáneo a la neovanguardia que surge en los 60. Esta transformación no solo compromete al artista y su práctica sino que desde el dadá hasta el pop art, pasando por el happening, performances, arte povera, arte conceptual, entre otros, se viene produciendo una transformación en el rol del público. Las diversas vanguardias artísticas han buscado distorsionar las líneas divisorias entre arte, obra y público, realizando una completa revisión entre las fronteras arte/vida, creación/ percepción, producción/ recepción, autoridad /realidad, intentando romper la dinámica jerárquica y piramidal modelada por la pasividad del espectador.

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Tres curadoras. Tres definiciones.


Pareciera que proponer una idea única de qué es el arte contemporáneo se vuelve una tarea imposible. Con el afán de aportar a este complejo entramado de nociones rescatamos los testimonios de tres curadoras que nos aportan contribuciones iluminadoras basadas en su práctica curatorial en la Ciudad de México: Ruth Estévez, Itala Schmelz y Carmen Cebreros Urzaiz.
Desde una posición crítica y reflexiva, Ruth Estévez, escritora, curadora y directora de LIGA-Espacio para Arquitectura-DF, afirma: “el arte contemporáneo es una estructura compleja y estamos acostumbrados a un tipo de cultura popular donde todo es regido por la imagen, y el arte contemporáneo justamente no se rige tanto por la imagen sino por medio de textos y asociaciones y la mayoría de la gente está muy poco acostumbrada a este tipo de lenguaje. Entonces, su propio desentrañamiento es complicado. ¿Cómo haces para ponerlo simple y no develarlo al mismo tiempo? (…) el lenguaje del artista contemporáneo sigue siendo muy diferente al del público en general y no tiene que ver el medio en sí, sino su forma de hablar y de reflexionar acerca de ello. Creo que es precisamente porque lo que hace un artista es observar la realidad, reflexionar en torno a ella y materializarla de otra manera.”
Por su parte, Itala Schmelz, crítica y curadora de arte, plantea que el arte contemporáneo ha cambiado sus estrategias, paradigmas, lenguajes, herramientas y ahora no es tan fácil definir qué es una obra ya que muchas producciones artísticas implican procesos de comprensión más cercanos al campo de la educación y pedagogía. Esta idea se vincula con la propuesta de transpedagogía desarrollada por Pablo Helguera.
Según Helguera, desde los años noventa es posible advertir un “giro pedagógico” en el arte contemporáneo introduciendo en el proceso de su quehacer artístico algunas nociones y principios básicos de la educación para profundizar la vinculación entre los públicos y la reflexión crítica. En relación a la finalidad y eficacia del arte, Itala plantea que el arte contemporáneo ha sido la clave para deconstruir numerosos pensamientos dominantes y de control de la sociedad: “Ha sido estratégico para tener un ángulo crítico, poder desarrollar cierta ironía y humor (…) En todas las sociedades siempre ha habido puntas de lanzas y el arte contemporáneo es una de ellas, no es el espectáculo para las masas. Es esa punta de lanza la que permite tener activo el pensamiento, el lenguaje en movimiento y en alerta los paradigmas y los mecanismos de control. Si pensamos cuál es la eficacia del arte contemporáneo yo creo que es muy importante y sustantiva pero no es una eficacia que alcance a grandes masas ni que haga cambios inmediatos, es un arte que siempre se ubica del lado de la transgresión, de lo crítico, lo rebelde, lo que rompe.
Por último, Carmen Cebreros Urzaiz, curadora del Programa Bancomer-MACG Arte Actual, plantea que el artista contemporáneo es alguien en constante transformación de su subjetividad y en esos procesos transformativos es donde se construyen las obras. En este sentido se abandona la idea de genio creador que nos revela las verdades y los enigmas de la vida y el artista se vuelve alguien que se ubica en situación de comenzar de cero cada vez para producir este conocimiento a través de la obra artística. “El arte no necesariamente es pedagógico o explicativo de la realidad, lo que hace es pensar que el mundo puede funcionar de otra manera y eso puede ser desorientador o reorientador.(…) No creo que sea el deber del arte formar a nadie y si el arte adoctrina eso no es arte sino otra cosa muy peligrosa.
Sobre el rol y los mecanismos de los artistas, Cebreros propone: “El artista es alguien que pone a prueba sus propios sistemas de conocimiento y ese cuestionamiento, esa duda y esa necesidad de pensar el mundo de otras posibles maneras, no como revelación ni como verdad, sino como posibilidades para deslocalizarte y, desde esa desorientación pensar en cómo podría funcionar el para mundo.
Actualmente, una vez más la definición sobre arte contemporáneo adquiere nuevos sentidos. Nos encontramos atravesando un momento histórico signado por la multiplicación de la oferta cultural y la proliferación de objetos culturales: “atrapado en una masa caótica de objetos, el individuo creador recicla, transforma, se apodera de los signos que lo rodean”, dice Nicolas Bourriaud, quien propone la idea de postproducción . Este concepto hace referencia a la tendencia de un gran número de artistas a interpretar, reproducir, reexponer y utilizar obras realizadas por otros o productos culturales disponibles en sus ámbitos cotidianos. No se trata de citas, referencias u homenajes, sino de un nuevo uso que propone una relación activa y creativa con lo existente. Se trata de una idea del artista como “apropiscionista”, que se sirve de los códigos de la cultura, de las formalizaciones de la vida cotidiana, de todas las obras del patrimonio mundial y los reordena y hace funcionar de un modo específico, según unos sentidos específicos. Así, los nuevos artistas contemporáneos recurren a la cultura, al lenguaje cinematográfico, a la publicidad, al periodismo, al arte, a todo lo que los rodea, como una caja de herramientas con las cuales “usar” el mundo y crear complejos de significaciones.

Tomado de: http://hipermedula.org/2013/04/el-arte-de-definir-que-es-arte-contemporaneo/


¿Qué es el arte contemporáneo?

¿Qué es el arte contemporáneo?

Por Florencia Monfort

Instalaciones interactivas, megamuestras que se anuncian hasta en los subtes, intervenciones en carteles publicitarios... En esta nota, teóricos y artistas intentan explicar el arte de estos tiempos.

El arte contemporáneo plantea más de un dilema: cómo acercarse a su universo sin quedar fuera del pulso de las propuestas, esas que muchas veces nos descolocan invitándonos a entrar en una caja de luz o parodiando la realidad de un modo extraño en las paredes de un baño público.
Parecería que gran parte del público quedó anclado en una vieja certeza: aquella que asociaba el trabajo del artista con el de un virtuoso artesano que se tenía que diferenciar del hombre común por poseer una habilidad extraordinaria. El arte conceptual, aquel que se sirve de ideas para construir un discurso, demostró en el siglo XX que no hace falta ser Miguel Angel para ser un buen artista. Los teóricos del arte refuerzan esta idea: "Lo que impone el siglo XX es estar atentos a cómo entrar en la obra, cómo está expuesta, qué me propone. Si no, lo que todo el tiempo está reclamando el espectador es la relación entre el artista y la técnica. Y aparece el comentario: Ah, esto lo puedo hacer yo, pero el problema es que no lo pudo imaginar cualquiera, lo imaginó y lo plasmó un artista", reflexiona Graciela Schuster, docente de la carrera de Artes de la Universidad de Buenos Aires.
La pregunta es por qué es tan difícil entender el arte contemporáneo: ¿es el arte o somos nosotros? ¿Está bien enojarse frente a una carpa con agujeros o un video de un señor que se imagina muerto en distintos lugares de la ciudad? ¿De quién hay que desconfiar?
"Lo que ocurre en nuestro país es que no hubo tradición de abstracción: estamos muy anclados al realismo. Si vas al Museo Nacional de Bellas Artes la instancia de la abstracción es muy remota y eso conforma la percepción del público. Lo primero que uno tiene que saber, por más espectador superficial que se sea, es que lo artístico no es igual a nosotros y que tenemos que hacer un trabajo para conocerlo", agrega Schuster.
Un ejemplo reciente que escandalizó a muchos y planteó la pregunta acerca de las fronteras del arte es la obra de Nicola Costantino, que realizó jabones con grasa de su propio cuerpo, obtenida a través de una lipoaspiración. Cuando le preguntaban por su trabajo, Costantino negaba la relación con el Holocausto, aunque a los ojos de todo el mundo la asociación era inmediata. La crítica y curadora Valeria González considera que "en el mismo escándalo frente a los jabones hechos con grasa de la artista hay una lectura que yo no desecharía como ignorante. Es un problema de discusión que la obra pretende instaurar, aun cuando ella salga a decir que su obra no refiere al Holocausto. Entonces, esa persona que se escandaliza está instaurando una relación adecuada, interesante, sin necesidad de tanto saber".
¿Es necesario el saber intelectual? ¿Por qué los museos y galerías convocan al espectador común si la obra es sólo para entendidos? Schuster opina: "A estas altura yo ya no sé qué es entender y qué es no entender. Me parece que lo interesante es abrir una pregunta, marcar un límite; tal vez no entender nada, pero participar y hacerlo desde un lugar de apertura y vínculo con la obra que sí rescata lo bello en un sentido más amplio. Pero entender o no entender es un límite borroso. No alcanza la mirada especializada para involucrarse con lo artístico; lo que sí se necesita es una conciencia de reflexión".
Parece un trabajo arduo y más aún si las obras no están dirigidas al gran público. Para el artista plástico Pablo Siquier, "el espectador ideal es un colega o un artista que me gusta, no el público masivo. Cuando surgen las obras parten de cosas más misteriosas que algo objetivo, racional, que puede ser pensar qué le pasa al espectador".
Lo cierto es que la apertura del mercado del arte es un proceso que no tiene retorno. Y sea como fuere el acercamiento a las obras, el fenómeno existe y la gente pide más: ArteBA lo demuestra año tras año y las galerías son reflejo de esta tendencia.
Hernán Zavaleta trabajó 11 años en la clásica galería Ruth Benzacar; en 2003 decidió independizarse y abrir su propio espacio en el circuito de la calle Arroyo. Su objetivo es vender obras a precios accesibles: "Me interesa que los jóvenes puedan tener obras y que el artista y el coleccionista crezcan juntos. Pero a la hora de elegir las muestras que visten la galería me guío mucho por mi gusto personal e intuición. En algunos casos, como recientemente fue la muestra de Nahuel Vecino, resultó un éxito rotundo; en otros no tanto. Pero el objetivo es convertirme en el espacio más exitoso". Arroyo es el circuito del arte porteño tradicional, mientras que otra marca del fenómeno de avanzada del arte es la aparición de Palermo como nueva ruta, con sus códigos y lenguaje propios. Por otra parte, cuando el Malba publica avisos publicitarios en medios de comunicación masivos está convocando a un espectador no especializado y el museo no es ingenuo respecto de esa convocatoria. Quiere decir que la misma institución se está preparando para recibir a un público que debería poder acceder a lo que el museo le ofrece.
Schuster piensa que "cuanta más gente participe de lo artístico, bienvenido sea. El problema es creer que lo artístico debe ser popular; ahí ocurre una transformación, y es posible que deje de haber arte y aparezca el entretenimiento. No es que una cosa le quite valor a la otra, pero son dos experiencias completamente distintas. ¿Qué es escuchar a Beethoven mientras barro el piso de mi casa? Es la popularización de algo elitista, que no está mal, pero eso no es lo artístico, es un registro estético de otro orden. Lo artístico implica una tarea".Una tarea que implica pararse con cierta humildad frente a una disciplina con sus propios códigos, que muchas veces "parece" vacía, descoloca, molesta, aburre y en verdad está poderosamente cargada de sentidos.
A la hora de arriesgar una definición del arte en la actualidad, Siquier se anima: "Es muy difícil definirlo porque es muy amplio, porque parecería que casi cualquier cosa es posible. Pero ocurrió algo interesante: después de las vanguardias, todas las prácticas artísticas retrocedieron, se tranquilizaron. La tormenta pasó, y la batalla última de la radicalidad y de la experimentación quedó reservada a las artes visuales. Estas siguen siendo el terreno de la experimentación por excelencia. Y eso me parece una aventura y un reto interesantes".
¿Quién se animaría a vislumbrar cómo seguirá la historia?

Tomado de: http://www.lanacion.com.ar/663658-que-es-el-arte-contemporaneo

ARTE CONTEMPORÁNEO: Una guía rápida (y no absoluta) para entender a los nuevos creadores y sus creaciones.

Una guía rápida (y no absoluta) para entender a los nuevos creadores y sus creaciones.

Por: Itzel Rojas
Después de escuchar por mucho tiempo la denominación “arte contemporáneo” surge una duda: ¿realmente saben a qué se refieren aquellos que hablan u ocupan este término? Aquí te presentamos una breve recopilación de características para que puedas entenderlo de forma precisa.
1. Tiempo Presente
La diferencia entre el arte moderno, el postmoderno y el contemporáneo es que este último habla y reflexiona sobre el presente, desde el presente. No tiene que ver como los primeros dos (en donde el esfuerzo se concentra en el pasado o el futuro),  ya que el contemporáneo siempre privilegia el presente. El autor Borys Greys,apunta sobre al arte contemporáneo: “En la actualidad, el término arte contemporáneo no designa sólo al arte que es producido en nuestro tiempo. El arte contemporáneo de nuestros días más bien demuestra cómo lo contemporáneo se expone a sí mismo (el acto de presentar el presente)”.
2. Multidisciplina
Otro elemento importante es que la estética del arte contemporáneo es muy diversa y no está limitada a un solo soporte ni a una técnica en particular. Lo mismo se puede usar la pintura, la escultura, el vídeo y la instalación como medios. De hecho es la combinación de todas estas lo que suelen hacer los artistas contemporáneos en sus obras.
3. Mensaje amplio y expresivo
El curador, investigador y crítico de arte Cuauhtémoc Medina, en entrevista para el periódico MILENIO señala sobre el arte contemporáneo, que su función no solo se limita a generar una función crítica sobre el presente sino que además establece una relación con la sensibilidad que está emergiendo, así como una relación de larga distancia con ideas, pensamientos e historias.
4. Espejo Sociocultural
El artista contemporáneo habla desde el contexto donde vive y produce desde él. Las obras contemporáneas muchas veces tiene alguna noción política pero no debe confundirse con activismo político. Para entender mejor este punto puedes consultar al teórico Hal Foster en su texto “Recodificaciones: hacia una noción de lo político en el arte contemporáneo”, en donde ensaya las relaciones de formas de producción, el mercado cultural y el artista como autor contemporáneo.
5. Apreciación
Qué mejor que ver para entender; algunos de los artistas contemporáneos que puedes consultar para ejemplificar mejor todo lo anterior son: Francis Alÿs, Gabriel Orozco, Nam June Paik, Bill Viola, Teresa Margolles, Ai Weiwei, Bruce Naumann, Carlos Aguirre, John Baldessari, por mencionar solo algunos.

Tomado de: https://centroadm.com/5-pasos-basicos-para-entender-el-arte-contemporaneo/

martes, 21 de noviembre de 2017

¿Qué arte contemporáneo?


¿Qué arte contemporáneo?

Aunque pueda parecer una provocación, el arte contemporáneo es ya muy viejo. Tiene más o menos cuarenta años, y todavía sigue siendo contemporáneo, aunque, por supuesto, ha ido cambiando con el paso de los años. Una historia no escrita del arte contemporáneo recogería su pujante nacimiento hacia 1960, su momento clásico durante los años setenta, y su decadencia (o manierismo) desde finales de los ochenta.
     La paradoja es puramente terminológica, ya que aquí usamos el término contemporáneo, no en su sentido de actual (tan actual es un retrato del maestro Macarrón como una instalación de Muntadas), sino en un sentido genérico que poco a poco se va imponiendo entre sociólogos, historiadores y teóricos del arte, aunque sin que exista la menor unanimidad. Quiero decir: lo contemporáneo como un género artístico. Del mismo modo que puede hablarse del género naturaleza muerta o marina, también podemos hablar del género contemporáneo. La propuesta de llamar contemporáneo a un género artístico que nació en los años sesenta del siglo XX y se prolonga hasta nuestros días, supone que disponemos de una definición unitaria, capaz de dar coherencia a prácticas artísticas tan disímiles como el land art de Richard Long, el conceptual de Kosuth o los performances de Beuys. Tal fue la propuesta de Nathalie Heinich en su influyente Le triple jeu de l'art contemporain, publicado en 1998 y al que remitimos a los lectores que quieran conocer los aspectos sociológicos del género. Sin compartir la totalidad de las tesis de Heinich, el uso de contemporáneo en el sentido que ella propone nos parece un recurso cómodo y riguroso para reunir una gran diversidad de familias e individualidades. En otros trabajos históricos y teóricos, algunas de estas prácticas artísticas se clasifican como posvanguardias, neovanguardias, posmodernas, o no se califican de ningún modo y se prefiere una descripción por individuos y grupos, como minimalistas, conceptuales, accionales, performativos, inmateriales, etcétera. Así, por ejemplo, la editorial Nerea está publicando una benemérita serie (¡ya van por el título catorce!) en la que alternan los individuos con los grupos. En cambio, Anna María Guasch, en su conocido El arte último del siglo XX (2000), opta por reducirlo a un momento histórico (1968/1975) caracterizado por la desmaterialización de la obra de arte. Si optamos por la propuesta de Heinich es porque creemos que lo que aparece en los años setenta (y fundamentalmente en los EE.UU.) no sólo puede llevarse hacia el pasado hasta enlazar con Duchamp, sino que también puede lanzarse hacia el futuro y llegar a nuestros días. Si hubiera que resumir muy brutalmente qué es el arte contemporáneo así entendido (aunque no haremos otra cosa que resumir cómo es), habría que decir que es aquel que se aparta de la tradición milenaria de las artes occidentales, rompe con una historia museística que de hecho las vanguardias habían continuado con candidez, y adopta una posición reflexiva que no toma en consideración la obra o el artista como lo esencial de la práctica artística. Como escribe Perniola (siguiendo a Heinich), a los modernos les interesa la Obra y a los contemporáneos les interesa la Conexión (el discurso, la acción, la situación, el sentido), lo cual establece una distancia con respecto a grandes artistas (pienso ahora en Anselm Kiefer, por ejemplo) que se mantienen imperturbables en el movimiento moderno. Lo curioso es que en nuestros días pueden convivir perfectamente y sin contradicción los últimos modernos y los últimos contemporáneos, aunque unos y otros están obligados a pensar en sí mismos como seguidores, continuadores o finalizadores de algo que sucedió hace muchos años. Algo que para los modernos comenzó con Cezanne y con la revolución de 1917, y para los contemporáneos comenzó con Duchamp y con el estallido de la bomba de Hiroshima.
     El poder desintegrador de la bomba atómica, poder que no tiene por qué ejecutarse fácticamente para ejercer su aniquilación (del mismo modo que no fue necesario bombardear todas las ciudades fortificadas cuando la artillería demostró su capacidad destructiva), está en la esencia del arte contemporáneo, cuyo desarrollo tuvo lugar durante los cuarenta años conocidos como equilibrio del terror.
     Un arte de la desintegración y víctima del terror ha de tener, no podría ser de otro modo, cierta debilidad por la filosofía. Y viceversa. ~

Reflexiones sobre arte contemporáneo. Brevísimo diccionario de una impostura.

Reflexiones sobre arte contemporáneo

Brevísimo diccionario de una impostura

Por Avelina Lésper el 10 julio, 2011*

Nunca estará de más cuestionar el mal arte, o anti-arte, como lo llama la autora de este implacable diccionario que desnuda imposturas, ideas y actitudes que se han incrustado en el ámbito del arte contemporáneo.
© Martin Creed
Arte burgués.— Es un anti-arte burgués y ocioso que desprecia el trabajo. Artistas que no trabajan, no estudian, no hacen. Roban, copian, designan, sobrevalúan sus objetos por un capricho de la moda, exaltan el consumismo. Es el gran elogio a la decadencia del capitalismo.
Arte conceptual o contemporáneo.— Las obras a las que se denomina arte contemporáneo son conceptuales porque en todas son las ideas y el discurso el único peso intelectual que poseen, y es el concepto lo que les da sentido como arte. La acepción cronológica, al ser siempre inestable, es inexacta. Cualquier obra —desde el ready made hasta las que tienen algún tipo de factura— que hace de las ideas su gran valor real es conceptual. Si una obra despojada de esas ideas pierde su sentido como arte, entonces no es arte.
Arte contemporáneo y otras artes.— La música, el teatro, la literatura, la danza, el cine llevan lo de ser contemporáneos con otra perspectiva. Son artes que requieren de un involucramiento más real del público, que debe pagar para entrar al teatro o a la sala de conciertos, sentarse y presenciar durante una o más horas una obra y con sus aplausos o abucheos manifiesta su opinión. En cambio, el arte contemporáneo se ve en cinco minutos y el público se larga. Los críticos de estas disciplinas son feroces, el cine soporta toda clase de análisis y nadie se rasga las vestiduras. Leer un libro exige tiempo y concentración y el escritor ve cómo sus libros se quedan en la bodega o se convierten en un éxito. El artista contemporáneo vive en una burbuja, no tiene contacto con el público, niega la crítica que no es favorable y si el público no va a la sala es porque no entiende, nunca porque su obra deje insatisfecho al espectador o porque se perciba como una farsa. Este anti-arte no es para el público ni para el museo, es una práctica endogámica para sus curadores, críticos y artistas.
Arte que nadie se roba.— El criterio del ladrón es el del sentido común, la realidad de que todas las obras son lo que son: una pintura es una pintura, un dibujo es un dibujo, una lata vacía es una lata vacía y un escusado es un escusado. Y algo tan real como un robo, tan inmediato, lo pone en evidencia. Nadie se roba un montón de ropa sucia o unas cajas de cartón. Los nuevos museos no requieren de alarmas, medidas de seguridad o guardias, y lo que llegaran a robarse puede ser reemplazado en un instante y sin la presencia del artista.
Arte tradicional y arte contemporáneo.— La distinción entre arte tradicional y arte contemporáneo es una deformación estética. Los “contemporáneos” tienen cien años haciendo lo mismo, un tiempo suficiente para crear una tradición. En cambio, la pintura que se hace hoy no detiene su evolución, y sus preocupaciones, estética y estilos están completamente inmersos en nuestra actualidad. Los artistas contemporáneos no son modernos, tienen cien años sin evolucionar.
Artista.— Todos son artistas y todo lo que el artista designe como arte es arte, es el estatus actual. Hoy tenemos a la mayor población de artistas de la historia del arte, por lo tanto ninguno es indispensable. Ser artista contemporáneo es una moda elitista, pues antes querían poner un bar nice, luego ser “diseñadores de imagen”, después DJs y hoy, finalmente, son artistas contemporáneos. La actitud de arrogancia y de fatuidad de los artistas es justificable: venden sus ocurrencias elementales y los coleccionistas demuestran su poder adquisitivo con estas compras caprichosas y exhibicionistas.
Artista, requisito para ser…— El requisito es no saber hacer las cosas para hacerlas. No saber hacer arte para ser artista.
Aspiraciones.— Los artistas quieren ser millonarios y los millonarios quieren ser artistas. Si declarar que algo es arte te hace artista, aceptarlo, motivarlo y pagar por eso, también te hace artista. Pagar el precio convierte al coleccionista en un artífice más del objeto; sin su aprobación y su inversión la obra nunca hubiera trascendido como arte, así, el comprador forma parte esencial en el montaje de esta farsa. Comparar algo de valor “teórico” te define como moderno y actual. El precio en estas obras es su validación real: si es caro entonces es arte.
El artista contemporáneo vive en una burbuja, no tiene contacto con el público, niega la crítica que no es favorable y si el público no va a la sala es porque no entiende, nunca porque su obra deje insatisfecho al espectador o porque se perciba como una farsa. Este anti-arte no es para el público ni para el museo, es una práctica endogámica para sus curadores, críticos y artistas.
Células espejo.— Éstas crean un proceso cognitivo mediante el cual nos ponemos en la situación del Otro; sin ellas no existe la imitación, que es fundamental para el aprendizaje, y se activan al ver una acción o cómo se realiza y tratan de recrearla. Estas neuronas también trabajan cuando tú, al ver una obra de supuesto arte, te ubicas en el sentido del creador y piensas que esa obra no requirió de un talento sobresaliente; analizas rápidamente tus habilidades y comparas lo que tú sabes hacer con el resultado de la obra y deduces que no tiene rastro de inteligencia creadora. Al no reconocer inteligencia o emoción en el trabajo, decides que es algo sin la calidad para poseer el estatus de arte. Al ubicarte en el papel del artista lo identificas como un estafador que suplanta la verdad del arte por una mentira. El arte tiene entre sus objetivos ayudarnos a comprender la realidad a través de la representación y lo hace con la herramienta de las células de espejo: si eliminan el objetivo de representar, las células no trabajan en ayudarnos a ordenar nuestra realidad y la existencia. Este anti-arte va en contra de los procesos de la inteligencia y nos encamina a disminuir habilidades formadas durante decenas de miles de años. Este arte volverá estúpida a la humanidad.
Concepto.— Si lo único que tiene valor en la obra es el concepto, y despojada de esto pierde su valor, entonces no es arte. El concepto es un enunciado arbitrario que pretende cambiar la naturaleza de un objeto sin conseguirlo, exigiendo una comprensión que no requiere; un objeto es lo que es, nada más.
Crueldad.— Ejercer la crueldad no tiene que ver con recrearla y eso es patente en la literatura. Asesinar animales, explotar la muerte de otros, alardear del racismo no es arte porque, como todo en el arte contemporáneo, no es resultado del talento ni del trabajo del creador o “ideador”. Su función es escandalizar para llamar la atención. En una corrida de toros la crueldad es parte del espectáculo, pero el torero asume riesgos que no asume ningún artista contemporáneo. Si Guillermo Vargas Habacuc, que dejó morir de hambre a un perro, amarrara al curador y al galerista para matarlos de hambre no habría existido jamás el performance criminal que hizo. Muchos toreros han muerto en el ruedo, pero ¿quién ha muerto haciendo una obra? Nadie. Estas obras tienen una lógica elemental: si hablan de que dejaron morir de hambre a un perro, entonces funciona dejar morir de hambre a un perro. Si hablan de que pusieron suásticas, entonces funciona poner suásticas. Si hablan de un asesinato, entonces funciona asesinar. Estoy esperando el suicidio colectivo de estos mediocres para que cierren su ciclo de obras, ya que trabajan con las herramientas de su época. Adelante, la violencia es la gran herramienta actual para acceder al poder y la fama.
Curador.— El curador es un vendedor, un publicista, un dictador y es, al final, el verdadero creador de la obra. Las exposiciones no son anunciadas con el nombre del artista, lo principal es el nombre del curador. El curador vende la idea de su colectiva, decide qué artistas van en la exposición y con su texto inventa los valores subjetivos e invisibles de su producto, es decir, los artistas y sus obras. El curador le dicta al artista lo que tiene que hacer, lo que significa y decide el valor que tiene en la exposición. Como todos son artistas, todos debieran ser curadores, pero no es así. Éstos y los teóricos son los entes pensantes de la obra. El artista es sustituible, el curador, como los dictadores, no lo es. Al dar sentido a la reunión de objetos y llevarlos al recinto expositivo el curador es el artífice real de la obra. Desháganse de los artistas. Para poner una piedra con una patineta rota o una tina de aceite quemado en el museo basta un curador, no se requiere a nadie más.
© Song Dong
Entender.— “Si no te gusta es que no entiendes”. Confunden creer con entender. Cuestionar a la obra es no entender. No piden que se entienda, piden que se crea que eso es arte. En el momento en que dejen de creer que eso es arte dejará de serlo. Si no crees en el milagro, el milagro no existe. Esta actitud elitista: “Tú no entiendes”, margina al público, lo expulsa de los museos y le quita al artista la responsabilidad de las consecuencias de la obra. Si el público no ve en la obra lo que el concepto y el significado dictan es que es ignorante. El artista es infalible, nunca se equivoca. La sensibilidad del espectador es inoperante, el artista es intocable.
Escuelas de arte.— Las escuelas de arte ya no son necesarias, ser artista es una actitud que se adquiere, como ponerse unos zapatos, y el arte se designa. El arte no tiene valores de calidad ni técnicas específicas, por ello tampoco requiere ser enseñado en una escuela.
Imaginar la obra.— Decir que estas obras nos invitan a que imaginemos a partir de ellas es también un mito. Nos imponen qué es lo que debemos imaginar, lo ordenan claramente en las cédulas explicativas del curador. ¿Dónde está la libertad del ejercicio imaginativo si te dictan la reflexión? Instrucciones de obras imaginarias: la gente mira una pared y se supone que tendría que imaginarse la obra. ¿Por qué el autor no imaginó la obra y la realizó en vez de dejar ese trabajo al público? Un escritor no deja el libro en blanco para que te imagines la novela. Pedir que el público se imagine la obra encubre el vacío que el artista deja ante su incapacidad de terminar algo.
Juventud. Su nombre oficial es “artistas emergentes”. Ser joven o emergente es un requisito para estar en exposiciones, es la adicción a lo nuevo del marketing del arte contemporáneo. Caras nuevas aunque las obras sean iguales. La virtud no es el talento, es la fecha de nacimiento. Las obras emergentes son de temática intrascendental, relacionadas con falta de inteligencia, irrelevancia, banalidad y sin un compromiso social o estético serio. Es arte niñato al que no le importa lo que suceda en el mundo, y aunque en la cédula hablen de la “decepción que les causa esta época” no existe una obra que describa esa decepción o un sentimiento de rebeldía ante lo que sucede. Estos artistas reflexionan sobre su ropa, la televisión, las redes sociales; son decorativos, conformistas, consumistas y políticamente correctos. Son un producto del sistema y trabajan para el sistema. Estos artistas sin arte son ciegos al hecho de que las grandes obras del Caravaggio o Lucian Freud también son obras de juventud.
Su nombre oficial es “artistas emergentes”. Ser joven o emergente es un requisito para estar en exposiciones, es la adicción a lo nuevo del marketing del arte contemporáneo. Caras nuevas aunque las obras sean iguales. La virtud no es el talento, es la fecha de nacimiento. Las obras emergentes son de temática intrascendental, relacionadas con falta de inteligencia, irrelevancia, banalidad y sin un compromiso social o estético serio.
Mal gusto.— Si el buen gusto carece de prestigio en esta época, como lo carece la belleza, lo que ya tiene prestigio universal como expresión contemporánea es el mal gusto. No se trata de acabar con obras terribles, que golpean a la mirada con la agresividad de la realidad —ya lo demostró Otto Dix con sus grabados sobre la Primera Guerra que tienen la virtud de enfrentar al espectador. Lo que hacen los artistas contemporáneos es tratar de llamar la atención con rabietas visuales y chistes monumentales para provocar de forma artificial y pretenciosa. Objetos que siempre pasaron por kitsch, detestables y desechables, hoy son la apoteosis de las subastas. Los objetos de feria de Koons son llamados esculturas; los animales en formol de Hirst son reflexiones sobre la existencia; las llantas y los coches de carnaval de Betsabé Romero están en los museos. El mal gusto es el pase de entrada a la instantánea posteridad de este efímero capricho de la vulgaridad al que llaman arte contemporáneo.
Mediocridad.— Pretender que el talento, la disciplina y la técnica en el arte son cosas del pasado es tratar de imponer la mediocridad como signo de distinción de nuestra época. La “democracia del arte” y “la muerte de la tiranía del genio” son la dictadura de los mediocres. Hoy existen artistas completos, que trabajan en su obra, desarrollando e investigando en la constante revolución de la pintura, la escultura y el grabado, que se ven marginados para que la falta de talento y la mediocridad tenga “derecho a crear”. El imperio de gente sin obra, que designa sus orines como arte, se ha apropiado de las galerías y los museos, amparados por curadores y críticos que lo explican y lo aplauden, convirtiendo el arte en una trama especulativa, en un negocio vulgar. Son libres de hacer con su detritus, con la basura que recolectan y con su pose de artistas lo que quieran, pero rebajar el nivel del arte al capricho de los mediocres es otra cosa.
Muerte y cadáveres.— El robo de cadáveres para obras era un canon en la Antigüedad. Leonardo pintó cuerpos, la modelo de Caravaggio para su Muerte de la Virgen es el cadáver de una prostituta. Para el Caravaggio el propósito de la obra no era llevarse un cadáver, pues su objetivo fue que la imagen de la virgen se viera muerta, desprotegida, inerme, que los colores de la piel fueran los de un cuerpo por el que ya no circula la sangre. En el anti-arte y sus pseudo-obras el propósito es la exhibición morbosa y descarada de algo que aseguran es el cadáver de alguien o la sangre de un crimen. La sangre, el cadáver, es un ready-made que hace del amarillismo la obra y de las aficiones patológicas el único talento del artista.
Museo.— Anunciaron y clamaron hace cien años la muerte del museo y hoy se dan cuenta de que sin este contexto la obra no puede demostrarse como arte. Por eso a los artistas del anti-arte les urge entrar al museo, porque sólo parasitando el contexto del museo legitiman sus obras como arte y les dan trascendencia y valor en el mercado. Fuera del museo estas obras —cadenas de bicicleta, urinarios, bloques de concreto, agua sucia— no existen, regresan a su situación original de objetos sin valor y no son arte.
No objetual.— Derribemos mitos: el arte contemporáneo no es abstracto ni es no-objetual. Si existe algo objetual, concreto, adicto a las referencias cotidianas y a las formas más costumbristas es este anti-arte, que depende en su totalidad de objetos prefabricados, que no inventa ni crea. “Objeto encontrado”, “objeto intervenido”, “objeto pateado”, “objeto recuperado”, “objeto reciclado”… decenas de categorías, una para cada cosa. Es el arte de la pepena que parasita la costumbre y la familiaridad con el objeto para relacionarse con el espectador. Carece de la abstracción de la recreación, rémora de las cosas hechas; es el arte del consumismo y la acumulación. ¿No objetual, no retinal? Entonces no depreden, hagan, recreen.
Oportunismo.— El arte contemporáneo se aprovecha de un problema grave para, en un acto oportunista, vender una patraña como arte, y sucede la reacción lógica, pues criticar a la obra es estar en contra de la supuesta “denuncia”.
Performance.— El performance es cobarde con el público, no permite la interacción. Si un espectador le dice algo al artista éste se indigna y pide que saquen del recinto al espectador. Hay una diferencia enorme entre la transgresión y el exhibicionismo. El performance es la versión políticamente correcta y decente de lo que hacen en los clubes de shows porno. En esos antros los actores que se desnudan, se cagan o se masturban aguantan al público, soportan sus insultos y ni ellos ni ningún cliente consideran que lo que hacen sea arte; saben que es exhibicionismo y que explotan la necesidad morbosa de ver un espectáculo escabroso. Los performanceros, sin llegar a lo que se hace en un burlesque o en un antro XXX, se hacen llamar artistas, quieren escenarios cultos y además exigen respeto del público y becas estatales.
Proceso.— El proceso de la obra se supone más importante que el resultado. Vemos obras inconclusas porque esto “abre posibilidades”. Primar el proceso evita que se haga un análisis de la obra ya que al no estar terminada no podemos emitir un juicio crítico. Es parte de la irresponsabilidad de este anti-arte. Es evidente que estas obras no tienen una relación tiempo-calidad, procesos de meses arrojan obras que en realidad tomó instantes pensarlas y hacerlas. Hacer énfasis en que el proceso es largo y complicado sólo disfraza la falta de calidad de los pobres resultados para hacernos creer que hay un rastro de inteligencia y esfuerzo en ello. Los resultados y la banalidad de las obras contradicen la importancia de su proceso. Para que esta contradicción no sea puesta en evidencia el texto curatorial explica las intenciones del artista. El proceso es intención. El arte verdadero no es intención, son hechos.
© Jessica Stockholder
Reflexión.— La gran bandera de este anti-arte es la “reflexión”; las obras, por banales que sean, exigen una reflexión superior a lo que ellas representan en sí mismas. La reflexión es un proceso que sustituye a la contemplación. La obra, al no motivar que el público permanezca observándola, impone una tarea ajena a ella misma, impone un pensamiento en el que debemos entretenernos porque la obra no provoca ideas. Esta reflexión es además parte del significado, debemos “reflexionar” en lo que significa y esto es una idea que se suma a la obra para darle un valor intelectual del que carece y que no justifica con su presencia. Dice Danto que “el artista haga la obra, la filosofía y los teóricos le daremos significado”. El artista es un ser que no piensa, designa algo como arte y un teórico le da un peso intelectual. Reflexionemos en eso.
Todos son artistas.— La falsa democratización del arte, el “todos son artistas”, se convirtió en una tiranía. El problema es: si todos son artistas y todo es arte, no hay espectadores; el que mira puede ser creador en ese instante, así, para qué ver algo que tú como creador potencial puedes hacer y hasta superar. El segundo problema: al margen de la calidad artística —que por lo general es nula— no hay nada que observar porque todo es arte, no hay objetos que requieran de nuestra dedicación especial para contemplarlos. Desde los temas que abordan hasta los materiales que usan, esta actitud totalizadora está dirigida a que la experiencia estética pierda sentido. La decisión, puramente dogmática, que de que todas las aptitudes son iguales —y eso le da a cualquiera la capacidad de hacer arte— implica que no hay nada admirable o valioso en hacer arte, porque se convierte en una operación común, corriente e intrascendente. Lo que hace innecesario un recinto tan costoso y pretencioso como un museo. ¿Para qué alojar, exhibir y resguardar algo que todo el mundo puede hacer? Si todos son artistas y todo es arte, por lo tanto hasta el último centímetro cuadrado de la realidad es arte y es un museo al mismo tiempo. Pues afuera con sus obras, a la calle y que dejen los museos para lo extraordinario.
Transustanciación.— Es una superstición religiosa que afirma que un objeto puede cambiar de sustancia sin alterar su forma. El objeto es algo más de lo que representa, es otra cosa. En eso se sostiene el fraude del arte contemporáneo y sus ideas conceptuales, la figura, o sea lo evidente, no cambia, cambia lo que no vemos, el significado. Los conceptos de los artistas, sus curadores y críticos son como la publicidad que nos habla virtudes del producto que no son evidentes pero basta creer en ellas para que existan. La galería, el museo y la iglesia son incuestionables, y todo lo que está dentro es verdadero porque lo ampara una idea mal redactada incapaz de ser comprobada. Ante la exposición de adjetivos de las reseñas de los críticos que apoyan este anti-arte cuesta enterarse de si hablan de una instalación o de un performance, pero de lo que sí nos enteramos es de que la obra es genial, transgresora, que invita a la reflexión, que rompe con esquemas y hace denuncia social —y detrás de este edificio retórico hay un video pornográfico de Santiago Sierra o unos espaguetis en una silla. Por ello la duda, que es el primer rasgo de inteligencia, nunca es bienvenida en la publicidad, la religión o el arte contemporáneo, porque cuestiona esas verdades fabricadas, y es en este proceso en el que se derrumban todos los mitos. Estas ideas supersticiosas han penetrado como la publicidad y por eso las instituciones y fundaciones creen que apoyar a estas obras es apoyar al arte, restando apoyo al arte verdadero.